Con el pasar de los años hemos evidenciado como el calentamiento global, conjuntamente con el efecto invernadero, han originado continuos cambios en el clima, tales como, sequias, inundaciones, disminución de glaciares, aumento del nivel del mar, tormentas eléctricas, entre otros, lo que ha afectado de forma directa al planeta, por ello, hoy en día es fundamental que tomemos conciencia desde todas las instancias y áreas involucradas para disipar parte del daño que estas acciones han causado y evitar futuras agresiones.
Pero ¿cómo se podría reducir o aprovechar este impacto medioambiental? Afortunadamente en la actualidad, existen alternativas para sacarle provecho a esta situación, una de ellas, es a través del desarrollo de energías renovables, la cual es una fuente energética limpia, inagotable y diversa, que puede obtenerse desde cualquier lugar del mundo sin efectos secundarios y con un costo de inversión sostenible en el tiempo.
Existen varios tipos de energía renovable, pero una que viene en auge y que se ha implementado de forma apropiada en varios países del mundo, es la energía solar, la cual consiste en captar y aprovechar la radiación electromagnética procedente del Sol, es decir, que a través de la implementación de las tecnologías adecuadas, se puede tener a nuestro alcance una fuente de obtención de energía eléctrica o térmica que sirva para contribuir con los problemas actuales de suministro eléctrico en muchas comunidades, además de contrarrestar con todos los efectos negativos que han dejado las grandes empresas gasíferas, petroleras y químicas del mundo.
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Y entonces ¿cómo funciona esta tecnología?
Como se mencionó, el principal provisor de la energía limpia es el Sol, el cual proporciona luz, calor y energía, que luego es aprovechado a través de un conjunto de métodos y técnicas a partir de varios tipos de captadores, tales como colectores solares, células fotoeléctricas y heliostatos.
De acuerdo a la forma en como son captadas, convertidas y posteriormente distribuidas en forma de energía solar, estas diversas técnicas solares pueden dividirse en pasiva y activa siendo la primera, un conjunto de métodos aplicados de forma directa que aprovechan o almacenan la energía solar, a partir de elementos constructivos que absorben la energía de día y la redistribuyen por la noche sin necesidad de transformarla en otro tipo de energía, por ende, no requieren de una implementación adicional.
Dentro de este renglón pasivo se halla el diseño de edificaciones a partir de la arquitectura bioclimática, en donde se toma en cuenta la orientación del sol, materiales con masa térmica obteniendo chimeneas solares, calefacción, sistemas de calentamiento de agua, entre otros.
Mientras que la tecnología solar activa, se encarga de transformar la energía captada en forma de calor aprovechable, produciendo corrientes de aire que permiten su ventilación, refrigeración o almacenamiento, mediante el uso de equipamientos especializados que pueden ser eléctricos o mecánicos, los cuales requieren de ventiladores y bombas que permitan una mayor fracción solar, aquí se encuentran los colectores solares térmicos y los populares paneles fotovoltaicos. Además, también es posible combinarlas, creando un sistema híbrido solar con lo mejor de ambas tecnologías.
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